Empezaba el 2014 y trabajaba prestando servicios a Citroën, en Buenos Aires, pero siendo empleado en una empresa que tercerizaba el servicio. Un día como cualquier otro, a principio de mes, esperaba mi sueldo porque las cuentas empezaban a vencerse una por una. Como los días pasaban y el sueldo no llegaba, decidí averiguar qué pasaba. Ahí me enteré que la empresa que me empleaba había desaparecido. No hubo sueldo ni indemnización, ni siquiera una conversación final. Por supuesto que esto era una situación irregular y podía reclamar por la vía legal, pero mientras tanto, ¿cómo iba a pagar mis cuentas, comida, transporte, etc?

Por suerte había comprado bastante arroz, así que lo comí (hasta de desayuno) durante días. Al principio era con aceite de oliva, después con aceite de girasol y al final, solo arroz con sal.

El dueño del departamento que alquilaba, con mucha razón, me pedía el pago o al menos alguna explicación, cosa que hice, con la promesa de pagarle lo más pronto posible, pero el dinero no llegaba y no tenía de donde sacarlo, por lo que los siguientes días el dueño me tocaba la puerta y yo fingía no estar en casa, por la vergüenza que sentía al tener que salir a darle la misma noticia de siempre.

Unos 20 días después y con el poco dinero que me quedaba, decidí imprimir algunos curriculum y repartirlos en bares y restaurantes de Buenos Aires. Salí totalmente deprimido a repartirlos sintiendo que cada currículum era un billete que le entregaba al dueño o encargado del local. El primer día conseguí trabajo de lavacopas, muy mal pago, pero era un trabajo al fin. El encargado de turno me dijo: “No entiendo que con este currículum busques trabajo de esto”. Y el encargado general me dijo: “No vengas con esas zapatillas, acá se te van a arruinar y no ganás como para comprarte zapatillas, no sé por qué trabajas de esto, me imagino que estas pasando una situación difícil”. Quise contestarle pero se me hizo un nudo en la garganta y no pude.

Tuve algunos trabajos de ese tipo, en gastronomía, y había juntado algo de dinero para empezar a estudiar coaching, cosa que tenía ganas desde el año anterior. Ahí aprendí varias habilidades que me sirvieron para planificar, poner algo de orden en mi vida y reflexionar acerca de cómo llegué a esa situación, pero faltaba algo, sabía que solo con darme cuenta no iba a lograrlo, pero al menos era algo.

Al año siguiente mi abuela se enfermó y parecía que no le quedaba mucho tiempo de vida, por lo que decidí irme a vivir a Córdoba, a donde ella vivía con mi mamá (a unos 900 km de Buenos Aires) para pasar los últimos momentos de su vida cerca de ella, porque fué una persona muy importante para mi y sentí que quería estar ahí.

Me anoté para continuar con la carrera de coaching en Córdoba y mientras tanto hice un curso de 3 días de Psych-K, una técnica para cambiar creencias subconscientes recomendada incluso por el Dr. Bruce Lipton.

Mi abuela falleció en mayo de 2016 y terminé la carrera de coaching ontológico en esa escuela de Córdoba (muy buena, por cierto).

Había aprendido mucho acerca del desarrollo personal y todo este mundo de las creencias limitantes, pero faltaba algo, como que algo en el fondo seguía estando ahí y, ese mismo “algo”, me impedía crecer y desarrollarme como yo esperaba.

Y un tiempo después conocí la biodecodificación. Ahí fue como si todo lo que venía aprendiendo terminara de tomar sentido. Un pequeño paréntesis, para que se entienda mejor el por qué de esto último: de chico amaba las ciencias naturales y cuando estuve en el secundario participé de las olimpíadas de biología y, posteriormente, completé un año de la carrera en la universidad. Ahora no solo sabía observarme y cambiar creencias, sino que también tenía una herramienta para saber exactamente cómo ir al orígen de esas creencias subconscientes limitantes.

Apenas terminé la formación en biodecodificación, creé el curso “Cómo Reprogramar tu Mente tu Mismo/a” (el cual sigue vigente en mi plataforma) y con el que facturé más de 20 mil dólares en los primeros 10 meses. Pero no todo fue facturación, ese curso y otros que hice después, me abrieron las puertas a un mundo internacional, en el que al día de hoy tengo consultantes de todas partes del mundo: México, España, Israel, Ecuador, Colombia, Chile, Uruguay y Argentina principalmente.

Después de haber trabajado con cerca de 1000 personas, desarrollé un método propio, que funciona en mi mismo y en mis consultantes, en el que confío plenamente y cobro por él con total seguridad.

¿Que si me hice millonario? No y aun creo que tengo un buen camino por recorrer en mi crecimiento profesional, pero nunca voy a olvidar ese enero de 2014 en el que comí arroz durante 20 días y me escondí del dueño del departamento que alquilaba porque no podía adelantarle absolutamente nada.

Esta es mi historia y si en algún punto resonaste con ella, si tocó algo en ti o si estás pasando o pasaste por algo similar, quiero que sepas que alguien de este lado del mundo, con todo en contra, logró dejar atrás eso. Hoy vivo una vida que me encanta, haciendo algo que me apasiona y ganando dinero por ello, como si me pagaran por jugar.

Pretendo ayudarte a que nunca más pases por algo así. Te daré herramientas mentales que no te harán rico en 2 días, pero sí te darán un mapa, una linterna y una idea bien clara de por qué estás donde estás y qué tienes que hacer para salir.